Abril había dejado de creer en Santa. Obviamente no dudaba de su existencia sino más bien de su efectividad a la hora de escoger los regalos, así que decidió ponerlo a prueba. Ese mismo día fue y se sentó en su cama y armada con una hoja y una pluma que medio servía escribió: “Querido Santa: Quiero que me traigas a perenganito con un moño”.
Pobre… no sabía lo que le esperaba…
Guardó la mini carta y en Noche Buena la puso en el árbol. Esperó. En la madrugada escuchó cómo los renos acababan con el poco pasto que quedaba en el jardín y cómo alguien se habría paso entre todos las chunches que solía poner en la sala para Navidad. Parecía arrastrar algo muy pesado… “estúpidos renos”, pensó y se volvió a dormir. Al día siguiente (mmm más bien al medio día siguiente XD) se levantó y fue a la cocina en busca del recalentado que se había traído. Todavía estaba medio dormida así que no reparó en el par de ojos que… digamos que la miraban.
A la tercera vez que pasó por ahí recordó la carta. Volteó hacia el árbol y ahí estaba él. El objeto de su deseo sentado justo entre el árbol y la mesa de centro. Abril se acercó pero antes de que pudiera decirle algo, él le preguntó qué rayos estaba haciendo ahí. Le dijo que la estaba pasando muy bien en casa de sus amigos cuando llegó el hombre de rojo y simplemente se lo llevó.
¿Qué pasaba? Esto no debería estar saliendo así. Ella se esperaba un "happily ever after", pero en vez de eso tenía una persona que no sabía ni su nombre. Era el ser más detestable. Se quejaba por cada detalle (hasta por el color del moño) e imponía sus condiciones para ser su regalo. Finalmente el "regalito" se levantó y le dijo que al rato regresaba, que le tuviera lista la cena...
Lo peor de todo es que los regalos de Santa no se podían devolver. Se quedó ahí parada en calidad de chinito y allá en el rincón encontró su carta. Al reverso decía: Queridísima Abril: Aquí está exactamente lo que me pediste, pero recuerda que yo sólo traigo los regalos, los milagros pídeselos a los Reyes Magos. Disfrútalo. Atentamente: Santa.
Definitivamente el gordo estaba perdiendo su toque...
1 comentario:
JAJAJAJAJA buena historia y sirve de recapacitación. Mejor para la otra debería de hacerle como mi prima y pedir a un "verdadero hombre de acción".
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